Desde el punto de vista teórico se puede. En la práctica no ocurre. Una persona que cree que ningún pueblo sobre la faz de la tierra merece ser llamado pueblo y que todos los Estados deben ser destruidos, incluso el Estado del pueblo judío, es antisionista sin ser antisemita.
Pero en la práctica, los antisionistas luchan únicamente por la destrucción de un solo Estado, el judío.
El judaísmo es tanto una religión como una identidad nacional. Es una “civilización”, que surgió mucho antes que los Estados y pueblos europeos o latinoamericanos.
Entonces, creer que todos los pueblos tienen derecho a la autodeterminación menos los judíos es ser antisemita.
Odiar a los sionistas es odiar a quienes aceptan que el Estado de Israel exista. Es decir, es odiar a casi todos los judíos. Aceptar la existencia de todos los Estados con la excepción del judío uno es ser judeofobo.
Para los judíos, tener un Estado propio al que puedan inmigrar si así lo desean es la garantía de que no van a volver a ser víctimas de otro Holocausto. Por eso, querer que el Estado de Israel desaparezca es ser antisemita.